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Posts Tagged ‘simone de beauvoir’

Adrienne Rich, «Hay que tomar en serio los estudios de la mujer», en Sobre mentiras, secretos y silencios:

En un momento en que el nivel cultural es generalmente bajo, necesitamos exigir más […] de las mujeres, tanto en aras de su futuro como seres pensantes como porque históricamente las mujeres han tenido que ser mejores que los hombres para alcanzar la mitad de lo que ellos alcanzan.

Simone de Beauvoir, El segundo sexo:

[S]í, las mujeres, en conjunto, son hoy inferiores a los hombres, es decir, que su situación les ofrece menos posibilidades: el problema consiste en saber si semejante estado de cosas debe perpetuarse.

Muchos hombres así lo desean: no todos han arrojado todavía las armas. La burguesía conservadora sigue viendo en la emancipación de la mujer un peligro que amenaza su moral y sus intereses. Ciertos varones temen la competencia femenina. En Hebdo-Latin, un estudiante declaraba el otro día: «Toda estudiante que logra el título de médica o abogada nos roba un puesto de trabajo.» Este joven no pone en duda sus derechos sobre este mundo. No son exclusivamente los intereses económicos los que intervienen en el asunto. Uno de los beneficios que la opresión blanca asegura a los opresores es que el más humilde de ellos se siente superior: un «pobre blanco» del sur de Estados Unidos tiene el consuelo de decirse que no es un «sucio negro», y los blancos más afortunados explotan habilmente ese orgullo. De igual modo. el más mediocre de los varones se considera un semidios ante las mujeres.

Milagros Pérez Oliva, «Romper el monopolio masculino», en El País (7 de marzo de 2015)

La presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Elvira Rodríguez, ha dicho que la presencia de las mujeres en los consejos de administración de las empresas ha de ser por carrera y no por ser mujer. ¡Por supuesto! Que no se preocupe la señora Rodríguez por esta cuestión: en un sistema de cuotas obligatorias, la carrera por méritos está asegurada, puesto que hay mujeres de sobra con preparación suficiente para asumir el reto. De hecho, si fuera solo por carrera y cualificación, las mujeres ya serían mayoría en muchos ámbitos. Por ejemplo en los órganos de gobierno de las universidades, de los hospitales, en las altas estructuras de la administración pública, en las cúpulas de los centros de investigación y hasta en las salas de los Tribunales Superiores de Justicia. Pero ella sabe que si no es así, no es por carrera, sino porque son mujeres. De modo que, desmontada la falacia de la falta de preparación, ha llegado la hora de darle la vuelta a la tortilla y acabar de una vez con el monopolio que los hombres ejercen sobre los puestos de decisión,muchos de ellos no porque estén más preparados, sino porque son hombres.

 

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Cada vez me molesta más la doble moral. Es una pasada. Una compañera de equipo me pregunta por qué no me depilo, y me dice que tengo que tener argumentos buenos para no hacerlo. Los tengo, pero el primero de todos – el que no me da la gana hacerlo- no le parece un buen argumento. Y que si no tengo argumentos de peso, he de depilarme (esto de no depilarme me ha hecho ver el régimen de la depilación obligatoria [el nombre hace clara referencia al sistema de la heterosexualidad obligatoria de Monique Wittig]… mientras te adecúes, no pasa nada… pero como no lo hagas… eres ridícula, es asqueroso, das asco… estas críticas las he recibido de una chica de mi grupo de amigos, de mi madre, de gente aleatoria…). Creo que ella tiene una visión evolutiva de la historia, y el progreso máximo es una humanidad de personas que se depilen, todas y cada una de las personas, sin importar qué tienen entre las piernas.
Creo absurdo que algo como mi aspecto pueda organizar tanto desprecio (aunque entiendo que pueda contrariar… si te fastidio tanto, igual- igual- tiene que ver con que tú te depilas porque te han hecho depilarte, odiar tu vello… va a venir ahora una feminazi de mierda a echar por saco todo lo que te ha dolido, toda la pasta que has gastado, todas las veces que has tenido que cubrirte las piernas porque justo después de depilarte es malo que te dé el sol porque tu piel está frágil después de la cera o de depilarte a máquina, como te pases de tiempo con la crema… a saber qué pasa [nunca lo he llegado a probar porque no es recomendable pasar del tiempo y si pasas, corre y quítate toda la crema, ¡deprisa!]…)¡pero es que que no le estoy declarando guerra a Francia con mi aspecto (además, ¿no nos enseñan de niñxs a respetar a la gente? Pero, claro, esta es una de las cosas de doble rasero, como que si no tienes argumentos que quien se depila no pueda tumbar, tienes que depilarte y no hay más que hablar [que en sí es falaz… ahora resulta que tengo que ganar una batalla de argumentación, retórica y vete a saber qué más para hacer lo que me salga del coño], mientras que si te depilas porque piensas que no hay más opción que hacerlo, sin cuestionarlo a fondo [es lo que he hecho yo durante igual 6 años, ir por inercia, sentir vergüenza, sentir que estaba feo] no pasa nada, porque estás haciendo lo políticamente correcto y lo que está bien visto en tu sociedad, así, en grande, en mainstream, en capitalista, en heterosexual, omnívora, misógina y que promueve la baja autoestima y la superficialidad)! Sólo al régimen de la depilación obligatoria que se visibiliza e invisibiliza según lo necesite, en que, como la maternidad antes de Simone de Beauvoir, el cuestionamiento parece lo peor de lo peor para la gente conservadora, reaccionaria, asustada de la visibilización de alternativas y que ante esto prefiere insultarme, meterse conmigo, quitarme el valor que he tenido para atreverme a transgredir porque quiero, porque lo prefiero… porque me gusto más así, y así me parece que vivo de modo más coherente y amable conmigo misma.
Os dejo una cita de Virginie Despentes que me gusta especialmente Teoría King Kong, Melusina, España, 2007, pp. 17-18:
“Siempre estamos vigiladas por los hombres que siguen metiéndose en nuestros asuntos para decirnos lo que nos conviene y lo que no, vigiladas por otras mujeres, por la familia, por las revistas femeninas, por el discurso dominante”
Pero es que esto me indigna mucho porque de repente veo a personas de un modo, que de verdad, me sorprende en un mal sentido. (en tono de broma y reapropiación de eso de «maricona» [soy una bollicao, una comecoños, para la gente que no me lea mucho] con sabor amargo) Eso de la libertad de expresión al final sería una invención imposible de un grupo de mariconas en celo, o algo así.
Viene muy a cuento esto, porque acabo de encontrar algo con que solaparme:
Ahora sí que me voy a dormir… o a leer, con los humos que he pillado rememorando… eso sí, el final no me gusta. Joder, yo quiero vivir en mis carnes ese mundo que la filósofa frívola da por llamar «postfeminista». Y, dioses del Olimpo, qué difícil es esto de introducir a la gente en el mundo del feminismo, con lentitud… que se den cuenta por sí mismas, porque las llevas de la mano… lo fácil que sería empezar con todas habiendo leído y reflexionado con las recomendaciones de Elvira (mi súper-profe de pensamiento feminista) de Beauvoir [Introducción y conclusión de «El segundo sexo»] y Wittig [los ensayitos «no se nace mujer» y «el pensamiento heterosexual»]… decididamente, me haré profe para hacer leer a mis estudiantes textos feministas secillos que les hagan cuestionarse el mundo de mierda en que viven, en que te meten una plusvalía de código (también entendida como intento constante de inserción y reinserción social mediante violencia de cualquier tipo) de la hostia por una cosa que parecía banal… claro, es que al principio no me daba cuenta de que cuando estaba haciéndome a mis piernas sin depilar, y me daba vergüenza, esa vergüenza marcaba el rechazo que me está viniendo ahora por una panda de hipócritas… «presta tus juguetes a los demás niños», pero de adolescente incluso en las aulas, si no se ha traído su boli, es cosa suya. «Un punto negativo».

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[Advertencia: escribí esta entrada en 2013, es decir, hace 7 años. Hay cosas con las que no veo como entonces (claro), pero he notado que hay gente que llega aquí desde los términos de búsqueda ‘autenticidad Beauvoir‘. Esto me ha preocupado porque, releyéndome, me doy cuenta que no entendí esa parte. En realidad hay mucha más complejidad que mi paréntesis: Beauvoir aborda de una manera muy crítica nociones existencialistas que hablan de la libertad como si fuera «así de fácil» la autenticidad en personas como las mujeres. No tengo tiempo para desarrollar más esta cuestión, así que voy a tacharla en el texto y poner un «leer más» justo después de este párrafo].

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