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Archive for the ‘Fragmentos de textos’ Category

EL GRECO: Vista de Toledo

Es una frase de contexto. ¿Por qué no? Da qué pensar, me hace gracia, me ha apetecido hacerlo, quizá me he ganado vuestro odio, pero lo he hecho.

Aunque, estrictamente hablando… ¿no están todas las citas en parte fuera de su contexto original? ¿Hay partes superficiales, cuando alguien se ha molestado en escribirlas o decirlas?

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DIÓGENES LAERCIO, «Vidas de los filósofos, IV» en GARCÍA GUAL, La secta del Perro, Alianza Editorial, Madrid, 2002.

[Diógenes de Sínope] Se paseaba por el día con una lámpara encendida, diciendo: «Busco un hombre.»

[…]

Como una vez exclamara: « ¡A mí, hombres!», cuando acudieron algunos, los ahuyentó con su bastón, diciendo: « ¡Clamé por hombres, no desperdicios! » Así lo relata Hecatón en el primer libro de sus Anécdotas.

NIETZSCHE, La gaya ciencia, [de Internet]

125.- El loco.

¿No habéis oído hablar de ese loco que encendió un farol en pleno día y corrió al mercado gritando sin cesar: «¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!». Como precisamente estaban allí reunidos muchos que no creían en dios, sus gritos provocaron enormes risotadas. ¿Es que se te ha perdido?, decía uno. ¿Se ha perdido como un niño pequeño?, decía otro.  ¿O se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se habrá embarcado? ¿Habrá emigrado? – así gritaban y reían alborozadamente. El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. «¿Qué a dónde se ha ido Dios? -exclamó-, os lo voy a decir. Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos somos su asesino. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos la tierra de su sol? ¿Hacia dónde caminará ahora? ¿Hacia dónde iremos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No nos caemos continuamente? ¿Hacia delante, hacia atrás, hacia los lados, hacia todas partes? ¿Acaso hay todavía un arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del espacio vació? ¿No hace más frío? ¿No viene de contiuno la noche y cada vez más noche? ¿No tenemos que encender faroles a mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega todavía ningún olor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se pudren! ¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre? ¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué juegos sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tendremos que volvernos nosotros mismos dioses para parecer dignos de ella? Nunca hubo un acto tan grande y quien nazca después de nosotros formará parte, por mor de ese acto, de una historia más elevada que todas las historias que hubo nunca hasta ahora». Aquí, el loco se calló y volvió a mirar a su auditorio: también ellos callaban y lo miraban perplejos. Finalmente, arrojó su farol al suelo, de tal modo que se rompió en pedazos y se apagó. «Vengo demasiado pronto -dijo entonces-, todavía no ha llegado mi tiempo. Este enorme suceso todavía está en camino y no ha llegado hasta los oídos de los hombres. El rayo y el trueno necesitan tiempo, la luz de los astros necesita tiempo, los actos necesitan tiempo, incluso después de realizados, a fin de ser vistos y oídos. Este acto está todavía más lejos de ellos que las más lejanas estrellas y, sin embargo son ellos los que lo han cometido.»Todavía se cuenta que el loco entró aquel mismo día en varias iglesias y entonó en ellas su Requiem aeternan deo. Una vez conducido al exterior e interpelado contestó siempre esta única frase: «¿Pues, qué son ahora ya estas iglesias, más que las tumbas y panteones de Dios?».

Hans Holbein El Joven, El cuerpo del Cristo muerto en la tumba, 1521

Hans Holbein El Joven, El cuerpo del Cristo muerto en la tumba, 1521

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Una sola figura femenina [en los poemas homéricos] tiene un papel diverso: Atenea, la diosa que aconseja a Ulises y a Telémaco en cuestiones típicamente masculinas, como son las relativas al poder. No es casual que sea Atenea la diosa nacida de la cabeza de Zeus, la diosa parthenos, la virgen que rechaza la boda y, por tanto, no asume nunca un papel femenino. Esta consideración no carece de importancia: la única mujer que ejerce un influjo constante y a la que se le reconoce un papel de consejera y protectora, no es un mujer verdadera.

Eva CANTARELLA, La calamidad ambigua: condición e imagen de la mujer en la antigüedad griega y romana, Eds. clásicas, Madrid, 1996, pp. 44-45

Cabe recordar, como recuerda Cantarella, lo misógina que es Atenea… parece una proyección griega de la canción que tienen en My Fair Lady, de «por qué no pueden ser las mujeres como los hombres»… a lo que me viene a la cabeza Virginia Woolf, cuando mencionaba lo halagador que es para un Napoleón o un Mussolini sentarse en el desayuno ante alguien que le hiciera parecer majestuoso de lo devaluada que la tenía… y que también me recuerda, volviendo al presente, a la misoginia de la que no hemos reparado a la que seguimos agarradísimas… Por ejemplo, el fundamentar una inferioridad de la conducción en las mujeres cuando alguien argumenta: pues mi tía/novia/madre/hermana si ve a una mujer conduciendo dice «mujer tenía que ser», y como lo dice una mujer, no puede ser que esté [qué genial el castellano, vale tanto como para esa mujer como para quien habla en 1ª persona, que es lo que quería hacer] siendo machista.

Odio ese argumento. Joder, yo he tenido una etapa de mi vida machista. No sólo eso (ojalá se acabara ahí): de vez en cuando encuentro momentos en que me sorprendo a mí misma con ideas absolutamente misóginas, las cuales tenía naturalizadas, como lo más normal del mundo (y sin apercibirnos de estas ideas, que construyen realidades y opresiones, pienso que no podemos librarnos de ellas). Vivimos en una estructura que tiene unas rancias raíces machistas, esperar que no nos haya afectado para nada en nuestra vida, en nuestra visión de nosotrxs mismxs y de nuestro alrededor… me parece sospechosísimo.

Otro día hablaré del machismo en lesbianas.

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Cada vez me molesta más la doble moral. Es una pasada. Una compañera de equipo me pregunta por qué no me depilo, y me dice que tengo que tener argumentos buenos para no hacerlo. Los tengo, pero el primero de todos – el que no me da la gana hacerlo- no le parece un buen argumento. Y que si no tengo argumentos de peso, he de depilarme (esto de no depilarme me ha hecho ver el régimen de la depilación obligatoria [el nombre hace clara referencia al sistema de la heterosexualidad obligatoria de Monique Wittig]… mientras te adecúes, no pasa nada… pero como no lo hagas… eres ridícula, es asqueroso, das asco… estas críticas las he recibido de una chica de mi grupo de amigos, de mi madre, de gente aleatoria…). Creo que ella tiene una visión evolutiva de la historia, y el progreso máximo es una humanidad de personas que se depilen, todas y cada una de las personas, sin importar qué tienen entre las piernas.
Creo absurdo que algo como mi aspecto pueda organizar tanto desprecio (aunque entiendo que pueda contrariar… si te fastidio tanto, igual- igual- tiene que ver con que tú te depilas porque te han hecho depilarte, odiar tu vello… va a venir ahora una feminazi de mierda a echar por saco todo lo que te ha dolido, toda la pasta que has gastado, todas las veces que has tenido que cubrirte las piernas porque justo después de depilarte es malo que te dé el sol porque tu piel está frágil después de la cera o de depilarte a máquina, como te pases de tiempo con la crema… a saber qué pasa [nunca lo he llegado a probar porque no es recomendable pasar del tiempo y si pasas, corre y quítate toda la crema, ¡deprisa!]…)¡pero es que que no le estoy declarando guerra a Francia con mi aspecto (además, ¿no nos enseñan de niñxs a respetar a la gente? Pero, claro, esta es una de las cosas de doble rasero, como que si no tienes argumentos que quien se depila no pueda tumbar, tienes que depilarte y no hay más que hablar [que en sí es falaz… ahora resulta que tengo que ganar una batalla de argumentación, retórica y vete a saber qué más para hacer lo que me salga del coño], mientras que si te depilas porque piensas que no hay más opción que hacerlo, sin cuestionarlo a fondo [es lo que he hecho yo durante igual 6 años, ir por inercia, sentir vergüenza, sentir que estaba feo] no pasa nada, porque estás haciendo lo políticamente correcto y lo que está bien visto en tu sociedad, así, en grande, en mainstream, en capitalista, en heterosexual, omnívora, misógina y que promueve la baja autoestima y la superficialidad)! Sólo al régimen de la depilación obligatoria que se visibiliza e invisibiliza según lo necesite, en que, como la maternidad antes de Simone de Beauvoir, el cuestionamiento parece lo peor de lo peor para la gente conservadora, reaccionaria, asustada de la visibilización de alternativas y que ante esto prefiere insultarme, meterse conmigo, quitarme el valor que he tenido para atreverme a transgredir porque quiero, porque lo prefiero… porque me gusto más así, y así me parece que vivo de modo más coherente y amable conmigo misma.
Os dejo una cita de Virginie Despentes que me gusta especialmente Teoría King Kong, Melusina, España, 2007, pp. 17-18:
“Siempre estamos vigiladas por los hombres que siguen metiéndose en nuestros asuntos para decirnos lo que nos conviene y lo que no, vigiladas por otras mujeres, por la familia, por las revistas femeninas, por el discurso dominante”
Pero es que esto me indigna mucho porque de repente veo a personas de un modo, que de verdad, me sorprende en un mal sentido. (en tono de broma y reapropiación de eso de «maricona» [soy una bollicao, una comecoños, para la gente que no me lea mucho] con sabor amargo) Eso de la libertad de expresión al final sería una invención imposible de un grupo de mariconas en celo, o algo así.
Viene muy a cuento esto, porque acabo de encontrar algo con que solaparme:
Ahora sí que me voy a dormir… o a leer, con los humos que he pillado rememorando… eso sí, el final no me gusta. Joder, yo quiero vivir en mis carnes ese mundo que la filósofa frívola da por llamar «postfeminista». Y, dioses del Olimpo, qué difícil es esto de introducir a la gente en el mundo del feminismo, con lentitud… que se den cuenta por sí mismas, porque las llevas de la mano… lo fácil que sería empezar con todas habiendo leído y reflexionado con las recomendaciones de Elvira (mi súper-profe de pensamiento feminista) de Beauvoir [Introducción y conclusión de «El segundo sexo»] y Wittig [los ensayitos «no se nace mujer» y «el pensamiento heterosexual»]… decididamente, me haré profe para hacer leer a mis estudiantes textos feministas secillos que les hagan cuestionarse el mundo de mierda en que viven, en que te meten una plusvalía de código (también entendida como intento constante de inserción y reinserción social mediante violencia de cualquier tipo) de la hostia por una cosa que parecía banal… claro, es que al principio no me daba cuenta de que cuando estaba haciéndome a mis piernas sin depilar, y me daba vergüenza, esa vergüenza marcaba el rechazo que me está viniendo ahora por una panda de hipócritas… «presta tus juguetes a los demás niños», pero de adolescente incluso en las aulas, si no se ha traído su boli, es cosa suya. «Un punto negativo».

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SRA. DE SAINT-ANDE, extasiándose: ¡Me muero, vive Dios!… Dolmancé, ¡cuánto me gusta tocar tu hermosa polla mientras me corro!… ¡Quisiera que me inundara de leche!… ¡Masturbad!… ¡Chupadme, santo Dios!… ¡Ay, cuánto me gusta hacer de puta, cuando mi esperma eyacula así!… Se acabó, no puedo más… Me habéis saciado los dos… Creo que nunca en mi vida he tenido tanto placer.

EUGENIE: ¡Qué contenta estoy de ser yo la causa! Pero una cosa, querida amiga, acaba de escapársete una palabra, y no la entiendo. ¿Qué entiendes tú por esa expresión de puta? Perdón, pero ya sabes que estoy aquí para instruirme.

SRA. DE SAINT-ANGE: Se denomina así, bella mía, a esas víctimas públicas de la depravación de los hombres, siempre dispuestos a entregarse a su temperamento o a su interés(ambigüedad entre a quién hace referencia el «leur»: si al temperamento o intetés de las putas, o los hombres a sí mismos. De todos modos, quizá tendría más sentido el primer caso); felices y respetables criaturas que la opinión mancilla, pero que la voluptuosidad corona, y que, más necesarias a la sociedad que las mojigatas, tienen el coraje de sacrificar, para servirla, la consideración que esa sociedad osa quitarles injustamente. ¡Vivan aquellas a las que este título honra a sus ojos! Ésas son las mujeres realmente amables, las únicas verdaderamente filósofas. En cuanto a mí, querida mía, que desde hace doce años trabajo por merecerlo, te aseguro que lejos de molestarme, me divierte. Es más: me gusta que me llamen así cuando me follan; esa injuria me calienta la cabeza.

EUGENIE: ¡Oh! Me lo explico, querida; tampoco a mí me molestaría que me lo dijeran, aunque tengo menos méritos para el título; pero ¿no se opone la virtud a semejante conducta, y no la ofendemos al comportarnos como lo hacemos?

DOLMANCÉ: ¡Ah, renuncia a las virtudes, Eugenia! ¿Hay uno solo de los sacrificios que pueden hacerse a esas falsas divinidades que valga lo que un minuto de los placeres que se gustan ultrajándolas? Bah, la virtud no es más que una quimera, cuyo culto sólo consiste en inmolaciones perpetuas, en rebeldías sin número contra las inspiraciones del temperamento. Tales movimientos, ¿pueden ser naturales? ¿Aconseja la naturaleza lo que la ultraja? No seas víctima, Eugenia, de esas mujeres que oyes llamar virtuosas.

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