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Posts Tagged ‘pedagogía’

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1511720_781071131923073_947856267_nCon doble rasero. Educación en el amor romántico (me refiero a la ilustración amarilla) y en la formación de jerarquías entre personas por edad, totalmente contradictorio.

O sea, ¿puedo tener una personalidad propia (que no ponga en cuestión tu supremacía sobre mí) cuando TÚ lo digas? Jodo. Fíjate qué bien, pedir después una ciudadanía crítica.
Y es que hay adolescentes que nunca se han rebelado, de 17 años y más. ¿Lo sabíais?.

 

El efecto de la paternidad en las mujeres es convertirlas en hombres: dependientes, pasivas, abocadas a las tareas domésticas embrutecedoras, simpáticas, inseguras, ávidas de aprobación y de seguridad, cobardes, humildes, respetuosas con la autoridad de los hombres, cerradas, carentes de reacciones, medio muertas, triviales, estúpidas, convencionales, insípidas y completamente despreciables. La Hija de Papá, siempre tensa y temerosa, sin capacidad analítica, sin objetividad, valora a Papá y a los demás hombres con temor (respeto). Incapaz de descubrir el vacío tras la fachada distante, acepta la definición masculina del hombre como ser superior, y la definición de la mujer, y de sí misma, como ser inferior, es decir, como hombres, eso que, gracias a Papá realmente es.

 La Hija de Papá, pasiva y cabezahueca, deseosa de aprobación, de una palmada en la cabeza, del respeto del primer montón de basura que pasa, deja reducirse fácilmente a la categoría de Mamá, estúpida suministradora de consuelo para las necesidades físicas, respaldo de los cansados, paño para frentes simiescas, aliciente para el ego mezquino, admiradora de lo despreciable: una bolsa de agua caliente con tetas.

VALERIE SOLANAS, Manifiesto SCUM

Citar a Valerie Solanas, sin introducir previamente el texto entero, su visión andro/ginecológica, la sociedad en que se mueve (que en parte es particular y diferente, pero en parte está muy encontrada con la nuestra)… es por desgracia complicado porque se la ha maltratado mucho. Y es que el Hombre es el macho con una ridícula pluma heterosexual, que necesita probar que es un hombre (no vaya a ser un marica). Son aquellos misóginos que han creado y reproducen las segmentaciones más horribles y opresivas para estar a la cabeza, para sentirse mejor… que aman las jerarquías, (parafraseando a Virginia Woolf) ser Napoleón o Mussolini y desayunar al lado de alguien que les hace parecer como el mínimo el doble de grandes. El hombre para ella es un lisiado emocional: no sabe manejar lo que pasa por sí mismo: en vez de llanto, en vez de observarse para entenderse y ayudarse, suelta violencia. Como aquellxs p/madres, compañerxs que te hacen bullying, pareja loca… que agreden a quienes cuidan porque no saben argumentar, porque se sienten impotentes ante ello… y poseen más fuerza. El hombre instrumentaliza, <<es un egocéntrico total, un prisionero de sí mismo incapaz de compartir o de identificarse con los demás, incapaz de sentir amor, amistad, afecto o ternura>>. Puedo explayarme más, pero para eso está su manifiesto, y no me apetece hacer ahora comentarios de texto. Bueno, en esta clasificación, están también las personas como las que citaba Simone de Beauvoir, aquella escritora que quería aparecer, no entre escritoras, sino entre varones, puesto que para ella ellos eras quienes tenían valor y ella reclama ser una de ellos, no de ellas. La-mujer misógina, que encima se convierte en un opresor, abandonando el cuidado, la empatía, la sororidad. La que se ha liberado de sentarse con las piernas demasiado juntas o cruzadas, y no contenta con ello, decide acaparar tanto como un macho, o sea, todo lo que llegue. Aquellas romanas que se liberaban algo más, pero sin molestar al machismo y paternalismo de su tiempo.

Hablando de robar sitio a otras personas espatarrándose a niveles de estar tú solx en el sofá de tu casa de cualquier manera, una de mis estrategias para que el tirillas imbécil que me quita la mitad del asiento en el bus es tomar mi espacio sin pedir permiso, sin molestarme en dirigirle la palabra porque, en fin, paso de molestarme tanto. Alicia Murillo tendrá la paciencia de explicarles por qué está feo lo que hacen, y me parece necesario. Yo no tengo esas ganas, al menos, no siempre, y esta estrategia gestual me parece poderosa.

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Cada vez me molesta más la doble moral. Es una pasada. Una compañera de equipo me pregunta por qué no me depilo, y me dice que tengo que tener argumentos buenos para no hacerlo. Los tengo, pero el primero de todos – el que no me da la gana hacerlo- no le parece un buen argumento. Y que si no tengo argumentos de peso, he de depilarme (esto de no depilarme me ha hecho ver el régimen de la depilación obligatoria [el nombre hace clara referencia al sistema de la heterosexualidad obligatoria de Monique Wittig]… mientras te adecúes, no pasa nada… pero como no lo hagas… eres ridícula, es asqueroso, das asco… estas críticas las he recibido de una chica de mi grupo de amigos, de mi madre, de gente aleatoria…). Creo que ella tiene una visión evolutiva de la historia, y el progreso máximo es una humanidad de personas que se depilen, todas y cada una de las personas, sin importar qué tienen entre las piernas.
Creo absurdo que algo como mi aspecto pueda organizar tanto desprecio (aunque entiendo que pueda contrariar… si te fastidio tanto, igual- igual- tiene que ver con que tú te depilas porque te han hecho depilarte, odiar tu vello… va a venir ahora una feminazi de mierda a echar por saco todo lo que te ha dolido, toda la pasta que has gastado, todas las veces que has tenido que cubrirte las piernas porque justo después de depilarte es malo que te dé el sol porque tu piel está frágil después de la cera o de depilarte a máquina, como te pases de tiempo con la crema… a saber qué pasa [nunca lo he llegado a probar porque no es recomendable pasar del tiempo y si pasas, corre y quítate toda la crema, ¡deprisa!]…)¡pero es que que no le estoy declarando guerra a Francia con mi aspecto (además, ¿no nos enseñan de niñxs a respetar a la gente? Pero, claro, esta es una de las cosas de doble rasero, como que si no tienes argumentos que quien se depila no pueda tumbar, tienes que depilarte y no hay más que hablar [que en sí es falaz… ahora resulta que tengo que ganar una batalla de argumentación, retórica y vete a saber qué más para hacer lo que me salga del coño], mientras que si te depilas porque piensas que no hay más opción que hacerlo, sin cuestionarlo a fondo [es lo que he hecho yo durante igual 6 años, ir por inercia, sentir vergüenza, sentir que estaba feo] no pasa nada, porque estás haciendo lo políticamente correcto y lo que está bien visto en tu sociedad, así, en grande, en mainstream, en capitalista, en heterosexual, omnívora, misógina y que promueve la baja autoestima y la superficialidad)! Sólo al régimen de la depilación obligatoria que se visibiliza e invisibiliza según lo necesite, en que, como la maternidad antes de Simone de Beauvoir, el cuestionamiento parece lo peor de lo peor para la gente conservadora, reaccionaria, asustada de la visibilización de alternativas y que ante esto prefiere insultarme, meterse conmigo, quitarme el valor que he tenido para atreverme a transgredir porque quiero, porque lo prefiero… porque me gusto más así, y así me parece que vivo de modo más coherente y amable conmigo misma.
Os dejo una cita de Virginie Despentes que me gusta especialmente Teoría King Kong, Melusina, España, 2007, pp. 17-18:
“Siempre estamos vigiladas por los hombres que siguen metiéndose en nuestros asuntos para decirnos lo que nos conviene y lo que no, vigiladas por otras mujeres, por la familia, por las revistas femeninas, por el discurso dominante”
Pero es que esto me indigna mucho porque de repente veo a personas de un modo, que de verdad, me sorprende en un mal sentido. (en tono de broma y reapropiación de eso de «maricona» [soy una bollicao, una comecoños, para la gente que no me lea mucho] con sabor amargo) Eso de la libertad de expresión al final sería una invención imposible de un grupo de mariconas en celo, o algo así.
Viene muy a cuento esto, porque acabo de encontrar algo con que solaparme:
Ahora sí que me voy a dormir… o a leer, con los humos que he pillado rememorando… eso sí, el final no me gusta. Joder, yo quiero vivir en mis carnes ese mundo que la filósofa frívola da por llamar «postfeminista». Y, dioses del Olimpo, qué difícil es esto de introducir a la gente en el mundo del feminismo, con lentitud… que se den cuenta por sí mismas, porque las llevas de la mano… lo fácil que sería empezar con todas habiendo leído y reflexionado con las recomendaciones de Elvira (mi súper-profe de pensamiento feminista) de Beauvoir [Introducción y conclusión de «El segundo sexo»] y Wittig [los ensayitos «no se nace mujer» y «el pensamiento heterosexual»]… decididamente, me haré profe para hacer leer a mis estudiantes textos feministas secillos que les hagan cuestionarse el mundo de mierda en que viven, en que te meten una plusvalía de código (también entendida como intento constante de inserción y reinserción social mediante violencia de cualquier tipo) de la hostia por una cosa que parecía banal… claro, es que al principio no me daba cuenta de que cuando estaba haciéndome a mis piernas sin depilar, y me daba vergüenza, esa vergüenza marcaba el rechazo que me está viniendo ahora por una panda de hipócritas… «presta tus juguetes a los demás niños», pero de adolescente incluso en las aulas, si no se ha traído su boli, es cosa suya. «Un punto negativo».

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